martes, 18 de diciembre de 2012

EL DICCIONARIO

Sala: Teatro de la Abadía Autor: Manuel Calzada Pérez Director: José Carlos Plaza Intérpretes: Helio Pedregal, Vicky Peña y Lander Iglesias Duración: 1.40'
Información completa (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)



Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:


Ya la primera vez que uno se asoma al María Moliner, no puede sino asombrarse de que una sola persona fuera capaz de sacar adelante tan magna obra. No es sorprendente que haya llegado el momento de que su figura alcance el lugar que le corresponde en el imaginario colectivo: leo por ahí que hay en marcha hasta una ópera.

Vicky Peña, del glamour de 
Follies...
Este tipo de pieza, que reivindica un personaje histórico, es difícil de enfocar sin caer en el didactismo o la hagiografía. Recuerdo una reciente que caía de bruces, pero recibió tantos elogios que mejor me callo. El principal mérito de Calzada es que soslaya las dos trampas: construye un personaje verosímil, y no nos entierra bajo una montaña de datos. Sin embargo, me parece discutible que, de toda una vida, lo que más claro quede sea el deterioro final y la consecuente relación con el neurólogo. El espectador sale con la imagen de una mujer que pierde sus facultades mentales y zurce calcetines. La labor inicial para la administración republicana pasa fugaz, el trato con figuras como Dámaso Alonso o Laín Entralgo se ventila en una llamada telefónica o en una mención…

...a la rebequita de El diccionario
La puesta en escena, a pesar de no perder la corrección en ningún momento, tiene un aire convencional, como de salir del paso. La función se salva a golpe de interpretación. Helio Pedregal y Lander Iglesias están muy bien en los respectivos papeles, pero lo de Vicky Peña es prodigioso. En algo que casi podríamos llamar transfiguración, nada queda de la actriz, perfectamente sustituida por el personaje. Acaba dándonos lo mismo que pierda la cabeza o zurza calcetines, uno sólo quiere que la lección no termine.
P.J.L. Domínguez
Crítica de Javier Vallejo