miércoles, 15 de mayo de 2013

SEXPEAREMENTE


Sala: Teatro Alfil Autores, directores e intérpretes: Rulo Pardo y Santiago Molero (Sexpeare) Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Pardo y Molero, Molero y Pardo -tanto monta, monta tanto- son Sexpeare. Una rara avis en nuestro panorama. Dos tipos dotados de un extraordinario talento para el humor. Ese género del que siempre se dice que es considerado menor. ¿Quién lo considera menor? Yo no, desde luego.

Tienen talento de sobra para hacerlo todo: escribir, dirigirse y actuar. Lo tienen sobradamente demostrado. Me cuentan maravillas de Hipo, que no vi. Los conocí hace casi diez años en H, el pequeño niño obeso quiere ser cineasta, y sigo admirado. Metahumor, lo llamé entonces. Un metahumor superpuesto a una combinación de surrealismo y humor gestual. No sé si hay en nuestro país alguien con más capacidad para el género. Vi después El título de este espectáculo no es mi madre, que no desmerecía y, hace poco, la versión cinematográfica de Qué pelo más guay: otro artefacto que deja al espectador estupefacto con las fintas de una trama alucinógena.


Sexpearemente, y miren que lo siento, es un pinchazo. Esto tiene el espectáculo, que no hay grande que no patine alguna vez. Se salvan los primeros diez minutos -de un desaforado surrealismo que no admite descripción- y la escena de La casa de Bernarda Alba-ñil. En la función se presenta este último fragmento como perteneciente a un espectáculo completo, pero no encuentro referencia por ninguna parte. Si no es así, recomiendo vivamente su desarrollo. Como cualquier pieza de planteamiento extremo, y ésta lo es en muchos aspectos, la Bernarda Alba es un filón para el planteamiento cómico. Pardo y Molero están sembrados en ese ratillo (ver foto superior).

El resto de la función avanza a trompicones, pierde uno el hilo conductor. Esto tampoco sería mortal de necesidad: también es posible la estructura de gags aislados. Sin embargo, tampoco los gags tienen la comicidad a la que Sexpeare nos tiene acostumbrados. Me temo que, para salvar la cosa, no quedaría más remedio que rehacerla de arriba abajo.
P.J.L. Domínguez

           



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