martes, 26 de noviembre de 2013

ENCIERROS

Sala: Espacio Labruc Autor y director: Lluís Basella  Intérpretes: Estíbaliz Veiga, Mauricio Bautista, Marta Calvó, Juan Renedo y Aída de la Cruz  Duración: 1.00'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)



Hala, viva la Pepa, otra pequeña sala off-off: el Espacio Labruc. Se llamó un tiempo Nudo Teatro y vuelve remozada. ¿Recuerdan cuando llamábamos sala alternativa a la Cuarta Pared? Comparada con todo lo que ha florecido desde entonces, parece ahora la Comédie Française. Es, obviamente, magnífico que Madrid esté en plena ebullición, con docenas de lugares donde la gente hace de todo. Pero entenderán lo que esto supone para un critico obsesivo, ¿verdad? Cientos de funciones que no veré. Una horrible situación para una personalidad ansiosa. Hay un personaje de Huxley en la mejor de sus novelas (Arte, amor y todo lo demás, sorprendente y acertadísima traducción de Those barren leaves) que siempre se va a la cama tardísimo. Teme que, en su ausencia, alguien diga algo que pudiera resultar crucial para su existencia, así que se acuesta la última. Eso pienso yo cada vez que voy, o no voy, al teatro: que en ese momento hay docenas de funciones que no veré. En fin, qué les importarán a ustedes mis zonas erróneas, vamos con Encierros.

Lluís Basella
No encuentro en la red nada más que esto sobre Lluís Basella. Al menos, nos informa de que Encierros es su primer texto. No está mal para ser un primer texto; está incluso bastante bien. Alguna cosilla sobra por algún lado (no hace falta amenazar a nadie con revelar sus secretos fiscales si ya tienes secuestrada a su esposa, ¿no es bastante extorsión?), pero lo fundamental funciona: los personajes están bien retratados, la trama tiene su gracia. También encaja la excursión a otros mundos: uno de los personajes está escribiendo una obra de teatro, y vemos una de sus escenas; nada tiene que ver en el tono con la pieza que la enmarca, pero recoge sus ecos filtrados a través de las preocupaciones de la autora. Es quizá lo mejor del texto, las pequeñas reverberaciones de esto y aquello -las islas Fidji, el carmín- por aquí y por allá, como si todo rebotase en todo. Tuve todo el tiempo la sensación, y mi acompañante me dijo lo mismo, de que la historia funcionaría muy bien en cine o en televisión.

Mauricio Bautista
La puesta en escena le hace a uno echarse a temblar durante los primeros minutos. La sala es lo que es, y tiene que hacer creíble con medios limitados un secuestro con pistola (de plástico) incluida. Ya saben ustedes lo de la suspensión de la incredulidad y todo eso. Me digo, "ay madre, que no va a haber manera de suspender mi incredulidad". Y entonces, va y aparece la magia del teatro, y va y el invento funciona decentemente. El texto, la dirección de actores y los actores (unos más que otros) encajan. La horita de duración -gran acierto- pasa ligera.

Marta Calvó
Unos más que otros, decía. Aída de la Cruz sale bien parada de la escena marciana, donde hace una sicópata gazmoña que le queda bien compuesta. La función la sacan adelante con convicción y tablas Mauricio Bautista y Marta Calvó: alguno de sus diálogos produce uno de esos momentos por los que merece la pena ir por ahí investigando. Muy buena la Calvó. Ha hecho mucho teatro, sobre todo en catalán. ¿De qué tenía yo tan buen recuerdo? De Motivos personales, aquella serie salida de la estela de Damages. Para que luego digan de la tele...
P.J.L. Domínguez
           

LA LLAMADA

Sala: Teatro Lara Autores y directores: Javier Ambrossi y Javier Calvo  Intérpretes: Macarena García, Gracia Olayo, Andrea Ros y Belén Cuesta  Duración: 1.40'
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Gracia Olayo, Belén Cuesta, Macarena García (arriba) y Andrea Ros (abajo).

Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:


MONJAS ENTRAÑABLES

 En este Madrid de la crisis, en el que la farándula se busca la vida con tesón admirable, son frecuentes las producciones que comienzan donde pueden y terminan en un escenario. La llamada empezó en el vestíbulo del Lara, semillero que hace historia, y el público la ha aupado a la sala principal. Se comprende: es una función, amable y simpática, con diálogos de comedia muy eficaces.


  A María, una chiquita cuya mayor preocupación es escaparse por las noches del campamento de las monjas, va y se le aparece Dios. “Dios… ¿Nuestro Señor?”, le pregunta perpleja su amiga del alma. El mismo. Con ese argumento podría salir una bazofia irreverente, pero afortunadamente no es así. Los autores han tenido la habilidad de recuperar el estereotipo de las monjas encantadoras, que tan buen resultado han dado siempre. Estas dos son entrañables y están bordadas. Sabíamos que Gracia Olayo es la bomba, pero se me ha revelado Belén Cuesta, que hace de monjita ingenua, tontuela y más buena que el pan: dan ganas de llevársela a casa. Las protagonistas, muy bien, y Collins-Moore, que nunca falla una, canta como Dios (perdón, pero la expresión está justificada). Aunque algunos altibajos de tensión lastran su desarrollo, la dirección de actores salva la función.





P.J.L. Domínguez
           

LAS HERIDAS DEL VIENTO

Sala: Teatro Lara Autor y director: Juan Carlos Rubio Intérpretes: Kiti Mánver y Dani Muriel  Duración: 1.00'
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Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

Las heridas del viento es una de las primerísimas obras de Juan Carlos Rubio y, a pesar de eso, pieza de rotunda madurez. Un texto de tal calidad, que merecería alguna minúscula poda de expresiones literarias que lo dejara definitivamente redondo. Pero esto son manías de crítico, la impresión general que deja en el oído es excelente.

  Al fallecer su padre, un joven descubre las cartas de amor que le dirigió un hombre. Vemos mucho teatro gay que es sólo eso: gay. No es el caso. Esto es tan teatro gay como Cena con amigos puede ser teatro hetero. En esta versión, la cosa queda además desdibujada, porque el personaje del remitente de las cartas lo interpreta una mujer. O sea: que lo que menos importa en esta historia es el género de las personas, y lo que más, sus sentimientos.


  Rubio ha manejado con desparpajo, creo que es la palabra, el espacio del vestíbulo del Lara. No ha añadido casi nada: unas canciones de Mina, unos focos que los actores encienden y apagan… No hace falta más. Podría cortar su propia y breve intervención inicial, y ganaríamos en sobriedad, la mayor baza de la función. Kiti Mánver está inmensa, y no hay más que decir. Y Dani Muriel le aguanta el tirón, y es mucho decir. Yo no me la perdería.   

Y lo que no cabía allí:
(Las frases iniciales en negrita son el enlace con la crítica)

1.- Un texto de tal calidad, que merecería alguna minúscula poda de expresiones literarias que lo dejara definitivamente redondo. Hay pequeños detalles que desentonan en un conjunto excelente. Adjetivos antepuestos en contextos de lenguaje coloquial, tópicos literarios... Por ejemplo: "Desolado, consultaba el desnudo buzón que no me aportaba ni el más mínimo consuelo" (cito de memoria). Sí, bonito de ritmo, sí, bonitas las aliteraciones... pero no encaja y es banal. Aunque ya lo decía en la crítica: son pequeñas objeciones, ni siquiera las mencionaría si la pieza no fuera tan buena. Si alguien va hecho un adefesio, no merece la pena decirle que lleva unos calcetines horribles, pero si es lo único que le falla...

2.- El personaje del remitente de las cartas lo interpreta una mujer. Y da exactamente lo mismo. Como cuando la Portillo hace de Segismundo en La vida es sueño de la Pimenta. Como en el caso de la Portillo, estamos antes una extraordinaria intérprete: no es sólo que nos convenza de que es un hombre, eso es transformismo, y es un arte menor. Es que la hondura de la interpretación convierte al género del protagonista en un detalle sin importancia. Aunque esto no impide que, por momentos, la evocación de un homosexual maduro sea estremecedora.

3.- Rubio ha manejado con desparpajo el espacio. Él mismo, y los actores, encienden y apagan los focos. Él mismo pone y quita la música, y la actriz enchufa el conector correspondiente. Las acciones son de una naturalidad sorprendente, lo mismo que cuando la Mánver realiza su transformación también a la vista del público. La musica está puesta de maravilla, justo donde mejor cae. Mina: La musica è finita (echen un vistazo también a la versión original de Ornella Vanoni), Vorrei che fosse amore y una tercera que no recuerdo. Voy a tener que empezar a llevarme esa odiosa libretita de crítico al teatro, qué horror. Sólo me faltará la bufandita de intelectual.

4.- Dani Muriel le aguanta el tirón. Vaya que si se lo aguanta. Después del largo monólogo final de la Mánver le toca intervenir. Yo me escaparía corriendo a mi casa. Pues nada, se pone de pie, mira al público y suelta sus frases en el tono preciso, con la cara precisa. Hay que tener la cosa muy bien pensada, y hacerla muy bien, para evitar un monstruoso efecto de anticlímax. Ya les dije que me encantó en La mecedora y en Agonía y éxtasis de Steve Jobs. En el plomo de Los miércoles no existen me tocó el otro elenco, pero seguro que estaba bien, es uno de esos actores que le echan entusiasmo y pueden con cualquier cosa.

Conclusión

CORRAN A SACAR ENTRADAS (SI QUEDAN)

Mensaje para los gestores del teatro:

PRORROGUEN


Este fin de semana intento decirles algo de El gran favor y del Macbeth de La Pensión de las Pulgas.
P.J.L. Domínguez
           

jueves, 21 de noviembre de 2013

CONVERSACIONES CON MAMÁ

Sala: Teatro Bellas Artes Autor: Santiago Carlos Oves (versión de Jordi Galcerán)  Director: Juan Echanove Intérpretes: Juan Echanove y María Galiana  Duración: 1.30'
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Hay textos teatrales buenos y malos, como textos de cualquier otro género o, mismamente, tomates. Les voy a poner un par de ejemplos de textos excelentes, recientes y cercanos, que esto de los ejemplos esponja mucho las entradas rollo: Mi relación con la comida de Angélica Liddell y Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta. Monólogos ambos. Sé que sus mentes perversas están deseando que ponga ejemplos infames, y les aseguro que están asaltando por docenas mis terminaciones neuronales, pero paso de hacerme enemigos gratuitos por proporcionarles un segundo de placer malsano. Otro día será.

Hay otra categoría de textos que, a falta de mejor término, llamaremos resultones. En esto no hay comparación posible con los tomates. Demos un rodeo. Cualquier cosa, desde Shakespeare hasta la guía telefónica gana en la representación -respecto a la lectura que hace uno mismo- si está bien interpretada. Recuerdo al difunto Juan Luis Galiardo en la tele leyendo el prospecto de un medicamento. Daba gusto oírle, incluso de cachondeo. Atentos al "excipientes aparte" en el minuto 2'20''. (Sin embargo, y por fortuna, una mala interpretación no siempre destroza completamente un buen texto. Vayan a un Romeo y Julieta de instituto, que por mucho que los jovenzuelos se empeñen en sus destrozos, cuando lleguen a lo del ruiseñor, la alondra y blabla no podrán dejar de admirar al autor).

El autor, Santiago
Carlos Oves.
El texto resultón es un caso especial de esta ley general. No sólo gana con una buena interpretación, sino que se transfigura. No es gran cosa, ni por aquí ni por allá. No deslumbra por su belleza formal, no sorprende por la novedad del concepto, no muestra un ingenio pirotécnico, no es un ejemplo  de construcción. Su virtud reside en que, bien representado, da oportunidad de lucimiento a un buen director y unos buenos actores. Misterio, sí, impenetrable como el de la Encarnación.  Un ejemplo reciente en Madrid: Master classLes diré, de paso, que el talento para calibrar cómo funcionará un texto en el escenario no es frecuente: gran cantidad de productores, directores e intérpretes no lo tienen. Es el motivo por el que, a veces, vemos cosas realmente inexplicables en escena.

La peli argentina
Pues lllegando ahora, por fin, a la cuestión que nos ocupa, Conversaciones con mamá es un texto resultón. Un melodrama resulton, para ser exactos, muy bien versionado por Galcerán. Me dicen que perfectamente aprovechado en la peli (que no he visto). No me parece que tan aprovechado en esta función. Echanove interpreta y dirige, y -no hay más remedio que repetir esto constantemente- eso es algo muy complicado. Tanto él como la Galiana, que está como para comérsela, son estupendos actores, pero la cosa está dirigida un poco en plan de dos más dos, cuatro. E incluso, en algún momento, de dos más dos, tres: véase el transporte lírico cuando Jaime cuenta el arrobamiento al ver a su hijo bailar. No sé yo si no había lugares mejores para tanta efusión.

Bueno, es una cosa amable, el público quiere a los intérpretes, no hay nada que chirríe... No está mal, qué más les voy a decir.
P.J.L. Domínguez
           

martes, 19 de noviembre de 2013

EUROZONE

Sala: Teatro Valle-Inclán Autor y director: Jesús Xron Intérpretes: Manuel Cortés, Miguel de Lira, Patricia de Lorenzo, Borja Fernández, Mónica García, Iván Marcos, Pepe Penabade y Arantza Villar  Duración: 1.20'
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Mis créditos (ésos de ahí arriba) suelen incluir las categorías de "autor" y "director". A veces no encajan con la realidad, claro, es lo que tienen las etiquetas. Así que bueno será advertir que el programa de mano dice "idea y creación: Chévere" y "dirección y dramaturgia: Xron". Chévere es la compañía. Pensé primero que "Xron" sería un seudónimo que engobaría a algunos de sus miembros, una especie de núcleo duro, porque no se me ocurre lengua en el planeta que utilice la grafía "xr". Y eso que tengo sangre gallega, qué vergüenza. Resulta que hay un señor que se llama Jesús Xron. Diré en mi descarga que no encuentro a nadie más que se apellide igual, así que la tesis del seudónimo sigue en pie. Bueno, no sólo pensé por eso que Xron sería un colectivo: tambien porque tanto la dramaturgia como la dirección cantan a voces a trabajo colectivo. Algo siempre muy complicado. Miren cómo terminaron las Spice Girls.

En fin, seamos serios. El resumen de la función sería éste: idea 9, realización 3. La idea lo tiene todo, es divertida, trágica, cómica y realista. Sí, realista. Se trata nada menos que de representar a los miembros del Eurogrupo como si fueran los gángsters de Reservoir dogs de Tarantino. Maravilloso. Por fin, en vez en hablar bruselense los oímos decirse lo que les gustaría decirse (y, seguramente, se dicen en la intimidad) y los vemos hacerse lo que les gustaría hacerse (esto de dispararse y tal, no creo que lo hagan ni en la intimidad).



¿Cómo está llevada a escena esta idea? Mal. Con mucho altibajo. Con algunos momentos brilantes, los que mas se acercan a lo gestual e incluso al teatro-danza, y con muchas de esas ideas que conviene desechar nada más intentadas. Por ejemplo: la escena del jack-pot en vídeo roza lo bochornoso. El resultado es una dramaturgia errática que se pierde en muchas de las curvas. Los golpes de ingenio salvan el asunto, y uno se aburre sólo a ratitos cortos, pero una buena poda dejaría la función infinitamente mejor. Salí con la sensación de que una performance de cincuenta minutos con la misma trama y el mismo elenco hubiera sido la bomba. Los actores, bien en general, pero creo que me enamoré de Patricia de Lorenzo, una de esas actrices que conectan con el público con pasmosa facilidad.

A Javier Vallejo le gustó bastante más que a mí. Aquí les dejo el enlace.

P.J.L. Domínguez
           

lunes, 18 de noviembre de 2013

TAINTANTOS

Sala: Teatro Alcázar Autor: Olga Iglesias Director: Coté Soler Intérprete: Nuria González Duración: 1.25'
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Nuria González les parecerá de la familia, ¿no? Es lo que tiene la tele. Si se presenta en Nochebuena en casa y nos besa a todos, ni nos damos cuenta de que sobra una prima. Ni qué decir tiene que es una fabulosa actriz. Casi siempre, o al menos así se me ha quedado grabada, en papeles de mujer sensata, mucho sentido común, personajes con los pies en la tierra.

Así que supongo que se lo pasará pipa encarnando, por una vez, a esta pobre descerebrada. Mediana edad (de ahí los "taitantos"), divorciada con hija adolescente, vídeobloguera de éxito, obsesionada con el número de seguidores. Se siente en la cresta de la ola, por mucho que le insista su madre en que "eso de la Internet es para minorías, y además ya dice todo el mundo que la van a quitar". Hasta que, catacrack, su novio se revela como un sinvergüenza. Y hala, ahí tenemos ese descenso a los infiernos que se ha convertido en endémico en nuestra civilización: mujer inteligente en la flor de la edad que, sin chorbo, se queda como vaca sin cencerro. Seguro que conocen varias. Es una cosa horrible, ver cómo alguien que lo tiene todo para vivir como un cohete a reacción se dedica a llorar y comer chocolate mientras ve la tele, entre cita y cita de Meetic. Quien se invente una terapia definitiva se hará multimillonario.

El texto de Olga Iglesias trasciende en buena medida el formato de stand-up: construye una historia de cierta complejidad y casi hora y media de duración. El regodeo sobre la anécdota, ese exprimir hasta la saciedad las posibilidades cómicas de una situación que suele ser el todo en un monólogo de ese tipo, está aquí limitado sobre todo a la narración de los encuentros con los proyectos de ligue. Y no crean que es lo peor: hay algunos relámpagos de ingenio de carcajada inmediata. Uno de los idiotas va a mostrarle, arrobado, su moto y pone "cara de haber dado a luz un cervatillo". Cuando, por fin, alguien la invita a un restaurante como Dios manda, la decoración se caracteriza por unas urnas de cristal que contienen, por ejemplo, "unas capuchas andinas de lana desgastadísima". Es tan inverosímil que, probablemente, sea cierto. Y el superlativo "desgastadísima" revela a la escritora con recursos.




No les quiero revelar el periplo vital de esta pobre mujer zarandeada por la vida, los hombres y su propia hija. Pero, como era de esperar, el texto desprende la lógica moraleja: olvídate de depender de todas esas mandangas que te han impuesto y sé tú misma. Se me ocurre que la cosa se da un poco de tortas con el photoshopazo que les han metido a las fotos de promoción del espectáculo. Claro, una cosa es la moraleja, y otra la promoción, con las cosas de comer no se juega, pero yo veo estupenda a la actriz en el escenario sin potochof y sin nada. 

Olvidando esas zarandajas de crítico picajoso, Soler ha dibujado bien el arco de la función. La González está muy bien, tiene el texto dominado como para soltarlo dormida. Muy bien vestida y escenografiada por Elisa Sanz (me gustaría ponerles alguna foto que diera idea de esto último, pero no encuentro ninguna). En fin, un buen rato.
P.J.L. Domínguez
           

martes, 12 de noviembre de 2013

CENA CON AMIGOS

Sala: El Sol de York Autor: Donald Margulies (versión de D. Veronese) Director: Daniel Veronese Intérpretes: Gloria López, José Olmo, Orencio Ortega y May Pascual.  Duración: 1.05'
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Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

Veronese se nos apareció como figura de primera magnitud allá por 2007 con Mujeres soñaron caballos. Siguió deslumbrando con las versiones de Ibsen en la Cuarta Pared. Ha tenido después mayor o menor acierto en producciones de más envergadura. La más lograda, a mi modesto entender, la versión de La Gaviota en el Matadero, titulada, quién sabe por qué motivos de artista, Los hijos se han dormido.


  En Cena con amigos parece regresar el mejor Veronese de Mujeres, de Ibsen o de Teatro para pájaros: todo a menor escala, modesta producción, un cierto aire de teatro de cámara. Aunque el texto poco tenga que ver con los anteriores. Es un Pulitzer de ésos que parecen un Pulitzer: una ruptura de pareja que da pie al análisis de lo que llamamos pareja. Nada espectacularmente nuevo, pero sí muy bien tramado. Como si fuera una versión bien escrita para la escena de Maridos y mujeres. La función da la sensación de estar muy dirigida, muy controlada. Los cuatro actores dan mucho de sí sin salidas de tono, se mueven en una región muy definida, poco estridente. Entendemos las razones de todo el mundo. Entendemos que es muy difícil salir airoso de la vida. Nos preguntamos si es incluso posible. Pero entre entender unas cosas y preguntarnos otras, pasamos un estupendo rato de teatro.

P.J.L. Domínguez
           

lunes, 11 de noviembre de 2013

EL VARIETÓN

Sala: Pequeño Teatro Gran Vía Autores, directores e intérpretes: Los Quintana (David y Fernando Quintana) Duración: 1.20'
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Empiezo por confesar que el transformismo me encanta. En todas sus formas (teatrales, que ya sé que hay mucho malpensado entre mis lectores, y en cuanto me descuide me cuelgan un sambenito). Me gusta tanto, que me gusta hasta cuando es cutre. Se da uno un paseo por Chueca y se encuentra, en cualquier garito con tres metros de fondo, un esforzado cómico embutido en lamé dorado y en una peluca de medio metro, enfrentándose a un denso grupo de primates con copas en la mano, alcohol en la sangre y procacidades en la boca y... ¡hala! A sacar el número adelante. Ya me dirán si eso no es teatro en su más pura esencia. Seguro que en las tascas del Pireo pasaba algo parecido mientras Sófocles andaba estrenando esas cosas tan serias.

Les sacudo esta foto que he encontrado por ahí para que no se me olvide la 
antológica cara de boba sorprendida que pone varias veces en la función
la de la derecha (que creo que es David).


Caviar Follies
Los pequeños espectáculos de bar suelen consistir en el play-back de canciones aisladas. Bien, olvídense. Lo de Los Quintana es otra cosa. Es un espectáculo de play-back, claro, pero eso es consustancial a las drags. La diferencia es que los cortes pueden ser bastante más largos y provenir de... cualquier cosa: canción, culebrón o cine. Debe de ser un arte en auge en Argentina, hace unos años nos visitaron otros maestros del género: Caviar Follies. Como verán en las fotos, más payasas unas, más glamour en las otras.

Los Quintana -que, en ausencia de más indicaciones, tenemos que suponer que escriben y dirigen sus espectáculos- no sólo tienen talento para dosificar las escenas, una enorme vis cómica y esa sorprendente habilidad de los mejores travestidos para deformar hasta lo grotesco la gestualidad que nuestra cultura asocia con lo femenino. Además, tienen a las espaldas un gigantesco bagaje socio-cultural que a nosotros se nos escapa, pero que está en nuestra misma lengua, y que saben explotar. Ahora diremos alguna cosilla sobre eso. Después del consejo.

Sé que los consejos no solicitados son odiosos, pero la carne es débil y no voy a resistirme. Me reí mucho con Los Quintana. Pero me reí más cuanto más derivaba la cosa hacia lo absurdo. Nada que objetar a la recreación drag del culebrón o de la canción hortera. Sin embargo, hay en la función un par de pasajes que merecen pasar a la antología de la rechifla universal, y que son los que me llevan a aconsejarles que trabajen ese filón. Ambos, uno en mayor medida que el otro, derivan de ese inmenso caudal de cultura más o menos pop de nuestros primos americanos. Voy con los dos:

Una. Audio de cine. Es la mítica escena de Querídisima mamá en la que Faye Dunaway, haciendo de Joan Crawford (chúpate esa), ataca a su hija con furor sicopático por los dos nefandos crímenes de no añadir "querida" cada vez que dice "mamita" y de haberle colgado perchas de alambre en el armario. Ojo: es el audio del doblaje argentino (supongo). Créanme, si no van a ver El varietón, búsquenlo en alguna parte. Virgen Santa, creía que iba a expulsar el bazo por la boca de tanto reírme. Nota uno: hay cierta dosis de perversidad en convertir en cómica una escena que, en rigor, debería aterrar. Pero era inevitable: encuentro aquí un comentario que subraya esa cualidad terrorífico-hilarante del "mamita querida".

"¿¿¿¿Perchas DE ALAMBRE en mi armario????"
 ¿No creen que se merece un reguero de travestidas imitándola?
Dos. Les ahorro cómo llegan a esa situación, pero el caso es que ambas están en escena con ropas y pelos de loca. Y entonces llega un audio estupefaciente, delirante, sicotrópico. "Dónde están los hombres, dónde, dónde, donde, copos de ceniza, construyamos un nido, un nido, un nido, pero dónde, pero dónde, dónde, dónde, dónde". Quizá puedan imaginar a las dos dementes que vagan en medio de la nada repitiéndose estas preguntas. En ese momento, casi expulso el páncreas. Nota dos: aquí viene el colmo de la perversión. Si alguno de ustedes tiene mi edad, o más, y su cultura alcanza esos parajes, habrá reconocido una poesía (y canción) de Horacio Guarany, que alcanzó alguna fama por aquí en mis años mozos. Una vez que uno sabe cuál es el contexto de la poesía, se le hiela la risa en la boca y escupe el páncreas de una vez. Pero Los Quintana han sabido ver el delirio en este horror, como en el de la Dunaway. Aquí tienen el audio, óiganlo antes de saber de qué se trata, y a lo mejor se parten de risa. Como me decía JM, es que sin contexto no somos nada.

En fin, lo pasé bomba. No sé ustedes, pero buena falta que me hace a mí reírme de vez en cuando. Próximamente, les contaré algo de Conversaciones con mamá, Taintantos  y Eurozone.
P.J.L. Domínguez
           


sábado, 9 de noviembre de 2013

LA LENGUA MADRE

Sala: Teatro Español Autor: Juan José Millás Director: Emilio Hernández Intérprete: Juan Diego  Duración: 1.15'
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Sí, lo sé. Van demasiadas con retraso. Me llegan por distintas vías voces de lectores que añoran el trote cochinero de este blog durante la temporada pasada. Ahora mismo, estoy colgando La lengua madre la víspera de que desaparezca del Español, y eso que la vi... ¡el 2 de octubre! En fin, tengan un poco de paciencia. Espero estabilizar pronto, si no un ritmo idéntico al anterior, sí algo parecido. Les prometo en unos pocos días las críticas de El varietón, Taintantos Conversaciones con mamá.

Como dijo Voltaire, "el ingenio es sólo un sobrino brillante de la inteligencia, pero a menudo su brillo es tal que eclipsa al de su tía". Como diría Jardiel, esto no lo dijo Voltaire, he escrito Voltaire como podría haber escrito Landrú, pero ¿a que me ha quedado verosímil? Viene a cuento del derroche de ingenio que Millás realiza en La lengua madre, como otras veces en sus columnas de prensa. No hay gran trascendencia en este texto, nada que vaya mucho más allá de una profesión de amor pasional a la lengua y a las palabras, y de una advertencia sobre su prostitución. Pero está todo tan bien hilado, tan bien dicho, tan bien iluminado por destellos de ingenio, que pasa uno por encima como quien vuela de flor en flor. Una perita en dulce para ser interpretada en un escenario.

Y, claro, luego va y la pilla Juan Diego. No desvelo nada si digo que es uno de nuestros mejores actores. Dirigido aquí con limpieza por Emilio Hernández, realiza un impresionante trabajo de transfiguración que no debería perderse nadie medianamente interesado en la interpretación. Se mete en la piel de un profesor que tiene que pronunciar una conferencia. Es más bien un pobre hombre, con un faldón de la camisa fuera. Pero es un hombre honesto, que cree en lo que dice. Que se deja llevar por el entusiasmo más allá del texto que llevaba preparado para la conferencia y nos muestra quién es y por dónde anda. Ya lo he dicho: IM-PRE-SIO-NANTE.

Ánimo, si me está leyendo esta misma noche, aún le queda la función de mañana para no perdérselo.
P.J.L. Domínguez
           

EL CHICO DE LA ULTIMA FILA

Sala: Teatro Galileo Autor: Juan Mayorga Director: Víctor Velasco Intérpretes: Miguel Lago Casal, Óscar Nieto San José, Olaia Pazos, Rodrigo Sáenz de Heredia, Sergi Marzá, Natalia Braceli  Duración: 1.50'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)





Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

  No he tenido especial sintonía, hasta ahora, con la obra de Mayorga, autor universalmente aclamado. Digo hasta ahora, porque El chico de la última fila me ha parecido un texto de enorme altura. No sorprende que haya llegado al cine en Francia: recuerda mucho, por ejemplo, a los guiones de Chabrol que diseccionaban supuestos bienestares familiares. Mirando más atrás, reproduce el esquema de Teorema de Pasolini: un personaje se incrusta en un equilibrio preexistente y lo revienta, haciendo patente su inestabilidad. Quizá la mayor virtud de la pieza esté en el perfecto delineado que Mayorga realiza de todos y cada uno de los personajes; incluso, valga la paradoja, del difuso nimbo de indefinición que rodea al muchacho protagonista.


  Velasco la ha dirigido con sencillez, sin estorbar, dejando hablar al texto. Con una combinación de escenografía e iluminación que hace temer lo peor a primera vista, pero que revela su potencial a medida que la historia se desarrolla. Muy bien Óscar Nieto en un registro neutro que no es fácil mantener con tanta convicción durante casi dos horas. Eficaz Miguel Lago, que lleva el peso narrativo. Me gustó mucho Sáenz de Heredia; también los demás, pero Braceli se resiente un poco de que la hayan colocado en un registro completamente distinto al del resto.

Que conste que estoy MUY CONTENTO de que un texto de Mayorga me haya gustado tanto. Como sacarme una espinita, a ver si iba a ser yo el raro.

P.J.L. Domínguez