lunes, 2 de junio de 2014

CARNE VIVA

Sala: La Pensión de las Pulgas Autora y directora: Denise Despeyroux Intérpretes: Agustín Bellusci, Fernando Nigro, Font García, Sara Torres, Mónica Rubio, Carmela Lloret, Joan Carles Suau, Victoria Facio y Juan Vinuesa  Duración: 2.05'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)




Empecé a conocer la obra de Denise Despeyroux a raíz de La realidad, una maravilla de escritura, direccción e interpretación. Carne viva es una maravilla de escritura. Lo demás, algo menos maravilloso.

Veamos si consigo explicarme. La historia está ocurriendo a la vez en tres habitaciones. Como la vida, vamos; casi todas las historias ocurren en varios sitios a la vez. De ahí el tufo "teatral" cuando vemos en el cine las que suceden en un único espacio. 

Sólo Dios y el técnico que las asiste en La Pensión de las Pulgas pueden seguir simultáneamente las tres acciones en las tres habitaciones. Así que el público, repartido entre las tres, las ve consecutivamente, aunque no en el mismo orden, claro está. A mi grupo, por ejemplo, le tocó pasar primero por el gabinete de hipnosis, después por el despacho del comisario de policía y, por último, por la academia de danza. Pero, al mismo tiempo, otros dos grupos de espectadores se sentaban en los otros dos lugares. Esto provoca una buena cantidad de cuestiones interesantes.


La clase de danza: Carmela Lloret,
Mónica Rubio y Joan Carles Suau.
Me explico. Establezcamos A = hipnosis, B = policía, C= danza. Yo vi la sucesión ABC. Otro de los grupos tuvo que ver, por fuerza, BCA, y el tercero, CAB. Esto es, las sucesiones de escenas efectivamente contempladas por alguien fueron las siguientes:


    hipnosis - policía - danza
    policía - danza - hipnosis
    danza - hipnosis - policía


Pero no era la única posibilidad. Si mi grupo hubiera visto ACB, los dos restantes habrían pasado por BAC y por CBA. O sea:


    hipnosis - danza - policía
    policía - hipnosis - danza
    danza - policía - hipnosis.

De las seis combinaciones posibles de los tres elementos, la autora desecha tres. ¿O no las desecha? ¿Varían los recorridos del público según el día? Más: ¿Hay alguno de los recorridos que su intención de autora considere privilegiado? Si uno tuviera tiempo suficiente, sería una experiencia interesantísima ver las seis variantes, porque no me cabe duda de que el resultado dramatúrgico debe de ser completamente distinto, algo que arroja -por si hiciera falta- serias dudas sobre la objetividad de nuestra percepción de la realidad. Sería interesante preguntar a la salida a los espectadores cuál de los personajes les cae mejor, o peor, y ver si el orden de visión de las escenas marca alguna tendencia. Es evidente que uno no se hace la misma idea sobre los mismos hechos si los conoce en uno u otro orden. Algo que los manipuladores hemos sabido siempre. Es también evidente que Despeyroux reflexiona sobre la realidad no sólo a través de lo que cuenta, sino de cómo lo cuenta. A través de estos juegos formales, que son un paso adelante respecto a aquella conversación con el espejo (vídeo) que evocaba La realidad. Ahora resulta que entiendo mejor aquel título.

Carmela Lloret, mordiendo a Fernando Nigro. Es una manía que tiene. Ésta debe
de ser una foto de ensayo que he pillado por ahí, si alguien prefiere que la quite,
que me lo diga.
He dedicado un rato -un rato corto, no tengo más- a pensar cuál sería mi combinación favorita de escenas en condiciones óptimas de dirección e interpretación (o sea, a base de texto puro), y creo que es danza - hipnosis - policía, una de las que, efectivamente, toco a uno de los grupos el día que yo asistí.

Sigamos. Esta disposición del público repartido en tres espacios y rotando -como María Laura, María Emilia y María Eugenia- obliga a una duración idéntica en los tres casos. Esto ya tiene su aquel, como sabrá cualquiera que se las haya visto con la dirección. Es un recurso formal que parece estar desarrollándose, al hacer de la necesidad virtud, en las minúsculas salas de última generación: hemos visto la acción repartida simultáneamente en dos espacios en Yo amé a Edgar Allan Poe y en Creep. Pero el virtuosismo técnico no termina aquí. En Carne viva los actores van de uno a otro lugar. Deténganse un momento en esa frase si no la han asimilado del todo. Aquí está pasando una cosa. Allí otra. Uno sale de aquí y se va para allá. Esto quiere decir, ni más ni menos, que los tiempos tienen que estar controlados con cronómetro. Debe de ser divertidísimo ser Dios, o el técnico que sirve la función, y ver el ajetreo en las tres dimensiones.


*  *  *

Suau y Facio
Todo esto sería suficiente para recomendar Carne viva: nada menos que el experimento formal más complejo de la cartelera (salvo algo que no haya visto, claro está, que me perdone si existe). Además, es una función entretenida, a ratos desconcertante, a ratos emotiva. Fruto de esa capacidad de Despeyroux de meter en la misma cazuela el tocino, la velocidad, el culo y las témporas, y que le ligue el caldo. Vale, en ese sentido, todo lo que dije sobre La realidad. Donde dice kundalini pongan constelaciones familiares, que ya es casualidad que aparecieran en este blog hace unos pocos días.  Esta singular galaxia humana alojada -y subalojada- en la comisaría de policía, va resultando más fascinante a cada minuto, a medida que se van asimilando las relaciones de atracción y repulsión de sus distintos planetas.

No está redonda de dirección, ya lo he dicho más arriba. Algunos momentos pierden fuerza, y las conversaciones se arrastran un poco desinfladas. Tampoco el nivel de interpretación es homogéneo. Me parece que sobresalen Font García, un tipo con notable retranca, Victoria Facio, otra argentina natural, valga la redundancia (es como si nacieran con el don), y Fernando Nigro, que suelta algunas frases con maestría tronchante ("Me parece que deberíamos analizar primero la hipótesis A", cito de memoria). Está muy bien la imagen de desolación de María Rubio, que simula un perfecto (créanme, sé de lo que hablo) acento italiano. Suau me dejó una impresión incompleta, y me explico: cuando se ve por primera vez a un actor (casi no veo cine, el tiempo no me da), y el papel está muy marcado en una dirección, cuesta juzgar. No se sabe si es el personaje o son los tics. Este personaje es gritón, exagerado, gesticulante... (vaya, se me parece, ahora que me doy cuenta). Pero he encontrado algunos vídeos por ahí, que parecen completar el dibujo de un actor capaz. 

Tuve la suerte de que los intérpretes que más me gustaron tuvieran presencia relevante en la escena que me tocó la última: la de la escuela de danza. Así que salí encantado.
P.J.L. Domínguez
           

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