jueves, 12 de marzo de 2015

H EL PEQUEÑO NIÑO OBESO QUIERE SER CINEASTA

Sala: Teatro Maravillas Autores: Sexpeare Director: David Ottone Intérpretes: Santiago Molero y Rulo Pardo Duración: 1.30'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)


Rulo Pardo y Santiago Molero.
Si han alcanzado los cuarenta ya se habrán dado cuenta de que la memoria juega a veces malas pasadas. Hecha esa salvedad, sepan que H, el pequeño niño obeso quiere ser cineasta, que vi en el Alfil hace nueve años, se yergue en mi imaginario como una comedia que casi me tira de risa de la butaca. Como está felizmente de vuelta (por segunda vez, ya entonces la reponían), he decidido copiarles aquí la crítica que hice entonces. Ahí va:


SE MUERE HASTA EL APUNTADOR (DE RISA)

Es tan variado el humor como las formas de inteligencia. Nos tronchamos con un chiste y el vecino se queda frío. Lo que nos parece la monda en un idioma no tiene la menor gracia en otro. Así proliferan las variantes escénicas, desde el humor físico de las tartas del payaso hasta la sátira política, el escarnio a costa del personaje público o las formas más refinadas de la parodia.

Esto de Sexpeare, que se repone en el décimo aniversario de la compañía, es humor puro. Meta-humor en algunos momentos, porque uno se acaba riendo más del enfoque que de la cosa en sí. Dos esperpénticos estudiantes de cine, personajes perfectamente delineados, pergeñan un guión para un concurso que impone la frase “Galletas Niki, oé, oé, oé” en cada secuencia. Hay que ver el juego que da esto que parece una bobada, porque la frasecita acaba insertada nada menos que en el viaje que un cinéfilo gordo (una especie de Ignatius Reilly) realiza a un manicomio de Praga para visitar a un realizador demente al que idolatra. 

Saltando del lugar en el que se escribe la historia al supuesto cortometraje, el disparate se basa en la madeja formada por los nexos entre los guionistas y sus personajes, la repetición de escenas que incorporan modificaciones sucesivas y las jocosas dificultades de los dos actores para encarnar varios papeles, amén de los gags propios de una charlotada.

Lo mejor de la función es la maraña de referencias engarzadas en el argumento; concretas como las de Matrix El silencio de los corderos, o genéricas, como el tufillo expresionista (pasado por la trituradora) que todo el asunto de Praga despide con la ayuda estelar del Decano Depocos, un personaje que me costará olvidar. Un pelo en esa dirección le falta a la obra para pasar de buena a excepcional en su género. Aviso: final sorpresa.

P.J.L. Domínguez
          

2 comentarios:

Silvia dijo...

Querido maestro, una pregunta: los actores son los mismos q los de hace 9 años? Imagino q no. Alguna pincelada sobre ellos?

Anónimo dijo...

Los actores son los mismitos, Rulo Pardo y Santiago Molero, también conocidos como Sexpeare. Y no me llame maestro, que no me lo merezco :)
P.J.L.

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