martes, 22 de marzo de 2016

EN EL OSCURO CORAZÓN DEL BOSQUE

Sala: Matadero Madrid (Naves del Español) Autor y director: José Luis Alonso de Santos Intérpretes: Luisa Martín, Manuel Galiana, Pedro Miguel Martínez, Marta Guerras y Mariano Estudillo Duración: 1.35'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)
Luisa Martín y Manuel Galiana. Foto: Sergio Parra.

La escenografía de Llorenç Corbella, la iluminación de Felipe Ramos, el vestuario de Lorenzo caprile (lo que lleva Luisa Martín está per-fec-to) y la caracterización sin créditos (estupendo el pelo de Martín y de Pedro Miguel Martínez) se pliegan perfectamente al aire melancólico de la pieza. Los actores no tienen tacha. Sobre Luisa Martín y Manuel Galiana poco les puedo decir que no sepan. Están espléndidos, y aún así quizá la composición más memorable es la Pedro Miguel Martínez y su gato presumido, amable y un poco cargante (lo tienen en la foto de abajo). De la pareja joven (con nombres de payaso: Cara de Ángel y Cara Triste) sale mejor parada Marta Guerras, porque la dirección le ha consentido un registro de clown muy evidente que realiza con ternura. Estudillo, un actor que me gusta mucho, se ha quedado -o lo han dejado- corto. Yuxtaponer una interpretación estándar a una de clown es como poner un neumático viejo a un lado y uno nuevo al otro: la cosa no termina bien.

http://teatroespanol.es/imagenes/contenido/hd/oscurocoraznbosque_escena_fotosergioparra_099.jpg
Por lo que han leído hasta ahora, estarán pensando que la función resulta. Pues no, les he puesto una trampa inocente. Es un aburrimiento. Como les digo siempre, puede estar bien esto y aquello, quedar muy mono lo de más allá, pero si nos aburrimos, es un fracaso. ¿Y por qué nos aburrimos? Porque me temo que el texto no tiene remisión. Alguien habló de si absurdo y existencialismo en la pieza. Ah sí, ahora recuerdo: fui yo. Pero tengo un atenuante: estaba citando a un director de escena que la había dirigido con anterioridad. El texto está simplemente espolvoreado del existencialismo que a estas alturas sale ya hasta en las conversaciones de la frutería. De absurdo... hombre, puestos a buscar... algún ligero desvarío en la conversación de la pareja joven quizá... Nada definitorio. No hay más que una comedia de nostalgia y melancolía, a los quince minutos ya se adivina a dónde llegará, y es a donde llega: a ninguna parte. 

El resultado podría ser catástrofico sin la habilidad como dialoguista de Alonso de Santos. En otras palabras: no funciona lo macro (el conjunto de la pieza no dice nada) pero sí lo micro. Los diálogos están bien construidos y mantienen un cierto interés del espectador. Los bostezos no pasan de moderados.

Ah, se me olvidaba. Lo mejor de toda la iniciativa son las fotos promocionales, de Sergio Parra. De lo más mentiroso que he visto últimamente (porque NADA tienen que ver con el montaje, compárenlas con las fotos de escenario), pero preciosas. Aquí les dejo una.

P.J.L. Domínguez

          
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