domingo, 27 de marzo de 2016

LA CIUDAD BORRACHA

Sala: Teatro Galileo Autor: Adam Bock (versión de Nancho Novo) Director: Enio Mejía Intérpretes: Sara Gómez, Aixa Villagrán, Mabel del Pozo, Alberto Amarilla, Roberto Drago y Gonzalo de Santiago Duración: 1.20'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)


Odio ponerles fotos promocionales, pero no encuentro ninguna de escenario real. Tienen un montón de Emilio Tenorio en este enlace.
Una pena. Yo creo que el texto tiene grandes posibilidades para una comedieta de amores y amistades (aunque JM, que sabe más de teatro que yo, no lo cree). Casi diría que hay más de lo segundo y que está mejor explotado. La amistad une a las tres chicas, al personaje de Drago y a otros que se mencionan y están casi presentes. Las tres salen de borrachera para celebrar la próxima boda de una de ellas, y en todo lo que va pasando salen a relucir el cariño que se tienen, los celillos que también se pueden guardar, la costumbre de meter las narices hasta el fondo en las vidas del resto, los miedos, la conciencia del valor de la amistad. Eso es lo mejor. Alguien podría, obligado a improvisar una sinopsis, resaltar que la que está celebrando su despedida de soltera conoce a un chico y que ese encuentro le hace confesarse a sí misma -y a los demás- que se ha equivocado de medio a medio y no quiere casarse ni atada. Efectivamente, ése es el nudo de la trama y el acontecimiento que provoca todo lo demás, pero no es lo más importante. Es la diferencia entre tema y argumento que mi esforzada profesora de literatura nos enseñó a unos cuantos borricos. Seguro que algunos de ustedes están recordando el COU.



Estábamos en que el texto mola (a JM no, pero tampoco estaba de muy buen humor). También los intérpretes. Me gustan los seis, y a tres de ellos les he visto trabajos que me han gustado mucho, pero mucho: a Alberto Amarilla, Lúcido; a Aixa Villagrán (foto de la derecha), Luciérnagas; y a Mabel del Pozo (foto de la izquierda), Manlet. El primero está quizá un poco estereotipado, queda algo rígido frente a lo que parece que es un intento de realismo de los demás. Del Pozo, estupenda; intensa, tirando a vulgar, amargada. Villagrán llega a la altura de Luciérnagas, que ya es decir. En un par de momentos se queda con la función desde un papel no excesivamente relevante. En algún relámpago, producido quizá por mis desvíos neuronales, me pareció vislumbrar al fondo a Mary Santpere, ahí es nada. Estén atentos a esta mujer, porque a poca suerte que tenga hará algo grande. La pareja protagonista está un poquillo más desdibujada, Drago bien. En cualquier caso, había material humano para sacar la comedia adelante perfectamente.

La Santpere. Una grande.
Sin embargo, la cosa no llega a ninguna parte por falta de dirección. El arranque (borrachera, discoteca) es un auténtico desastre de tiempos, no hay prácticamente nada en su sitio. Diría también que van demasiado borrachos, todo sería más divertido si llevaran una trompa más ligera. Luego, con el texto más centrado, el desastre se atenúa, pero sin que la pieza levante el vuelo más que en contadísimos momentos. El símbolo visible -e incomprensible- de esta desorientación son los paneles del decorado, apilados al fondo durante toda la función y que no sirven para absolutamente nada más que para sacar en la última escena el que representa la fachada de la panadería. Lo mismo cabe decir -incomprensible- de la cancioncilla que Villagrán y de Santiago tienen que cantar no se sabe por qué ni para qué, subidos a otro elemento escenográfico (una especie de farola con ruedas) que también se ha pasado toda la pieza ahí al fondo, en pleno centro de Caracas -como diría mi amiga A.-, preguntándose por el sentido de su existencia y esperando a Godot.

Una pena.
P.J.L. Domínguez

          
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