lunes, 23 de mayo de 2016

ANIMALES NOCTURNOS

Sala: Teatro Fernán-Gómez Autor: Juan Mayorga Director: Carlos Tuñón Intérpretes: Jesús Torres, Pablo Gómez-Pando, Viveka Rytzner, Irene Serrano  Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)




Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

Carlos Tuñón dio la campanada en 2014 con La cena del rey Baltasar, personalísimo Calderón de gran impacto. Animales nocturnos es un salto estilístico de alcance: del verbo barroco a la claridad transparente del lenguaje de Mayorga; de lo convencional a lo real. Sugiere ubicar al director entre los plurales zorros, y no entre los obsesivos erizos, según el fragmento de Arquíloco mencionado en el texto. Y, no obstante, el mismo perfume alegórico también en esta pieza desprovista de retórica.


    Como en La cena, el estilo visual parece preocupación fundamental de Tuñón y, como entonces, pero por motivos casi opuestos, el resultado es un éxito: la escenografía de Pizarro es un personaje más -siempre presente, nunca en demasía- y Díaz Cortés demuestra que se puede iluminar estupendamente con los escasos cuatro metros de altura disponible. La dirección de actores, y el trabajo de éstos,  impecables. La historia avanza sin aspavientos, fluye con naturalidad y se muestra como un tapiz tejido por Mayorga con hilos de múltiples colores. De todos los temas que allí se entremezclan, se me antoja que el más desgarrador es el del abismo de clase que separa a quienes carecen de cultura de los que viven en su seno.

Y algunas cosillas que no cabían allí:

1.- Me ha costado lo mío encontrar documentación sobre el escenógrafo, Alfonso Pizarro, en red, pero he conseguido confirmar lo que creía: éste es su primer trabajo teatral. Les recomiendo que sigan este enlace para entender bien el artefacto que ha diseñado para representar todas las ubicaciones de la función (dos casas, el parque, el zoo, el geriátrico, el bar). Es una preciosidad, además de un mecanismo perfecto repleto de pequeños recursos ingeniosos. Los cuatro personajes entran, salen, se sitúan e este o aquel lugar y los movimientos encajan con naturalidad. Sin embargo, en manos de un director con menos dominio de su arte una escenografía con tanto carácter se hubiera podido comer la función. Tuñón usa los resortes que el invento pone a su disposición, pero la historia pasa por encima, como debe ser. En cualquier caso, es un estreno espectacular para un escenógrafo novel.

2.- Tampoco encuentro referencias al iluminador, Jesús Díaz Cortés, más que en un trabajo anterior de la misma compañía (El Aedo). ¿Otro que viene de la nada? No sé si hay mucha gente que saldría tan bien parada de tener que iluminar esto (día, noche, dentro, fuera...) con las limitadas posibilidades de la sala pequeña del Fernán-Gómez. El resultado es óptimo.

3.- Cualquier sinopsis que lean por ahí les hará pensar que es una historia sobre inmigración, sobre cómo las injustas normas que discriminan a los inmigrantes pueden favorecer los abusos. Así es como comienza: un hombre comunica a su vecino que ha deducido que está en situación ilegal. A partir ahora, tendrá que hacer todo lo que le ordene si quiere evitar una denuncia que conduciría directamente a su deportación. Sin embargo, y ya desde esa primera conversación, Mayorga desvía el curso que parecería natural, el de máxima pendiente, para esa corriente narrativa. El abusador deja muy claro que sus motivaciones no son las habituales: no quiere ni sexo ni dinero. También se descarta la que quizá ocupa el tercer lugar cuando la indefensión deja a un ser humano completamente a la merced de otro: no quiere humillarlo. La función va revelando lo que quiere (lo que necesita, me atrevería a decir), y me temo que aquí las interpretaciones serán variadas. Yo creo que se trata de un tipo tan enfangado en la mediocridad, tan atrapado en una vida rutinaria que no alcanza a iluminar el único afecto con el que cuenta (la relación malsana e insatisfactoria con su mujer), que ha recurrido a la coacción para encontrar algo que le convierta en persona, que le otorgue la tercera dimensión que le falta para no parecer una figurita recortada en cartulina. Necesita a Viernes. Le satisface que un hombre culto, al que admira, le preste atención, escuche el hilo de sus pensamientos, le acompañe a los lugares en los que se refugiaba solo.

4.- Es también una sutil reflexión sobre los mecanismos de la dominación. El dominador es un pobre hombre. Pero el dominado parece dejarse atrapar por la fascinación de esa extraña situación, esclavo de un tío que no le llega a la suela del zapato. [ATENCIÓN, SPOILER] Su mujer huye, él se queda. La escena final parece sugerir que a partir de ahora va a tener dos amos: el vecino y su esposa. Me recuerda a otro personaje que también se queda y renuncia a su voluntad para entregarla a otro en Sótano. Dos escrituras antitéticas para un único tema. El texto toca otros (el tapiz con hilos de muchos colores del que hablaba en la crítica en papel): la relación de pareja (hay una sana y otra herida de gravedad), la relevancia de la cultura en la realización personal...


Jesús Torres
5.- El centro de la función es Jesús Torres, que compone con sobriedad este personaje cuyo riesgo era el de parecer un sicópata desde lejos. Se comporta objetivamente como un sicópata, pero sigue pareciendo un tipo normal que podría ser nuestro vecino. Sé de lo que hablo, tuve uno que descuartizó a su mujer, y tenía una mirada de pobre hombre parecida a la que le presta Torres. Consigue que entendamos al sicópata, que es de lo que se trata, como les digo siempre. Por cierto, qué bonita dicción. Está muy bien secundado por Pablo Gómez-Pando, viendo a los dos, se me antoja que esta función hubiera podido ser una de esas piezas para dos actores que, en algún sentido, son la cumbre del teatro de texto. El personaje de Irene Serrano permanece en segundo plano durante mucho tiempo, pero tiene una eclosión final, que, gracias a la habilidad de la actriz, resulta interesantísima de ver desde el punto de vista interpretativo. Alguien -que no se ha enterado de la mitad de la misa- ha escrito que le cuesta dar con el tono del personaje. No es eso. Es el personaje el que cambia y ella la que sabe interpretar el cambio. Viveka Rytzner tiene la parte más convencional, es un prodigio de normalidad al lado de las zonas erróneas del resto de personajes. Le correspondía no parecer boba (que es lo que parece una persona normal al lado de estimulantes personas torcidas), y lo consigue.

6.- "El zorro sabe muchas cosas, el erizo sólo una, pero importante", frase que campea en el cartel y que sobrevuela toda la obra, es un fragmento de Arquíloco. No un fragmento de un texto que conservamos, sino un fragmento que ha atravesado huérfano los milenios, y del que sólo sabemos que formaba parte de un cuento. El relieve de la frase en la cultura contemporánea se debe a Isaiah Berlin, que la usó (El erizo y el zorro, 1953) para clasificar el estilo mental, el genio, el carácter -llámenlo como quieran- de escritores y pensadores. Los erizos se agarran a un único asunto que tratan durante toda su vida (Dante) y los erizos saltan de acá para allá, ocupándose de todo lo que pillan (Shakespeare).
P.J.L. Domínguez
          
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