Sala: Teatro Bellas Artes Autor: Florian Zeller (versión de J.C. Plaza) Director: José Carlos Plaza Intérpretes: Héctor Alterio, Ana Labordeta, Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no esté en cartel)
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
A primera vista, resulta difícil encontrar el
parentesco entre las comedias de Zeller –como La mentira, en cartel en el Maravillas- y este drama de éxito
internacional. Yo diría que también a segunda vista. Todo lo que es chispa y
movimiento en sus otras piezas es, en ésta, reflexión y sosiego, con el tono
justo que permite al respetable deglutir y metabolizar una historia centrada en
asunto tan serio como el Alzheimer. Quién no se espeluzna ante este futuro
posible y no se acongoja frente a la responsabilidad con sus mayores.
La pieza
cuenta con dos bazas. Una feliz idea de partida. Las “felices ideas” acaban a
menudo consumiendo todo el oxígeno disponible y asfixiando el montaje, pero
Zeller ha desarrollado la suya con gran pericia. La historia de los mil giros
-¿qué ha dicho en realidad la hija? ¿quién es la hija? ¿quién es el yerno? ¿qué
le ocurre a la escenografía?- reduce al espectador a la misma perplejidad que
sufre el protagonista por la degeneración de su tejido nervioso. Es un texto
que sólo puede defender un grandísimo actor: Alterio, la segunda gran baza de
la función. Con sus ochenta y siete años –los mismos de Robert Hirsch en el
estreno francés- carga con todo, y puede con todo, de principio a fin. Muy bien
secundado por Labordeta y por el resto. Me gustaron los signos de puntuación
que marca la música de Mariano Díaz.
Sí, es triste, ¿y qué? La música de Chopin es triste, la vida es triste, y ambas cosas tienen una prensa excelente. Alterio está espectacuar, él es toda la función. Y la grandeza del final todo lo redime, la tristeza e incluso el mecanismo dramatúrgico de la pieza (no lo revelaré ahora) que funciona, pero que mondo y sin este remate se quedaría corto. A ver si tengo un ratillo para escribir un poco más.
P.J.L. Domínguez
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