lunes, 14 de noviembre de 2016

INVENCIBLE

Sala: Teatros del Canal Autor: Torben Betts (versión de Jordi Galcerán) Director: Daniel Veronese Intérpretes: Maribel Verdú, Jorge Bosch, Pilar Castro y Jorge Calvo Duración: 1.30' 
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no esté en cartel)



Qué decepción. Esperaba -como supongo que todo el mundo- mucho de Veronese y de este elenco. 

Suele ser complicado juzgar un texto habiéndolo oído una sola vez, pero tengo muy pocas dudas con Invencible: es excelente. Excelente, pero endemoniado. Y, además, excelente y endemoniado por la misma razón: porque va saltando de género a género, a veces de una línea a la siguiente. Esto exige mucho trabajo a todo el mundo: al director, a los intérpretes y al espectador. Me recuerda, en este aspecto, a la genial El filósofo declara de Juan Villoro, estrenada hace poco en el Romea y que aún no sabemos si llegará a Madrid. Son piezas cuyo reto fundamental es encontrar el tono. Si tiene uno un tipo básico y charlatán que sólo habla de fútbol y de lo buena que está su mujer; una pija obsesionada por la corrección político / social / ecológica de todo lo que hace y dice, y 


ATENCIÓN, SPOILER

un gato del primero que la segunda no puede soportar, porque acosa a los hámsters en el jardín, puede tirar por la comedia de trazo gordo, por el sainete... hasta por las matrimoniadas del Moreno. Pero si, de pronto

ATENCIÓN, SPOILER MÁS GORDO

y como por casualidad, nos enteramos de que este carácter tirando a rigido de la pija oculta un hijo muerto mientras sus padres se emborrachaban... ¿qué hacemos con la comedia gruesa de hace un momento? Y, lo que es peor, si ambos registros -el choque costumbrista del proletariado y la pequeña élite intelectualizada y el drama de la insatisfacción profunda en la que al menos tres de los cuatro personajes están o terminan ubicados- se van turnando... ¿en qué tono me quedo? Hay incluso uno de esos largos equívocos en los que unos personajes hablan de una cosa y otros de otra, mientras el espectador se regodea en la carcajada que le espera ahí al fondo, en algún momento. Sólo que aquí eso ocurre sobre un trasfondo dramático. Ahí está la gigantesca dificultad. Hay que encontrar un lugar, una forma de estar, moverse y decir que tanto valga para provocar una carcajada como para hacer creíble la amargura. Y, lamentablemente, este montaje no la ha encontrado. Poco más se puede decir, es un experimento fallido. Se deja ver, no es que nadie se aburriera, pero no va más allá, y de Veronese cabía esperar otra cosa.


Y, sin embargo, de algo me ha servido Invencible. He descubierto a Pilar Castro (ahí la tienen, en la foto). Me gustó en Babel, era la que mejor estaba; me gustó, y mucho, en Buena gente, maravillosa en un doblete peliagudo. En Invencible, simplemente se come la pieza. Miren si son buenos Verdú, Bosch y Calvo (un tipo que consiguió la proeza de quedar bien en un desastre del tamaño de La chunga). Pues bien, no hay quien se crea lo que hacen. Ninguno de los tres personajes alcanza la verosimilitud, en esa montaña rusa, ese ir y venir del gato al drama del que les hablaba. Calvo grita tanto desde el primer segundo para hacer reír, que cuando tiene que encogernos el corazón ya sobra cualquier inflexión de volumen. Verdú no se entiende de dónde viene, parece solo una histérica, no hay manera de sentir compasión por lo que sea que le pase por dentro para hacerle ser así por fuera. Bosch está casi reducido a comparsa. La única que todo lo pone en su sitio -cada vez que abre la boca- es Castro. ¿Por qué? Yo diría que porque, cuando tiene que ser una señora tirando a barriobajera, se guarda mucho de exagerar; no le hace falta hacerlo para que el humor rezume solito del texto, de la construcción del personaje y de su gesticulación vulgar, pero con el estereotipo sin descontrolar. Cuando tiene que cambiar de registro le basta con seguir siendo el mismo personaje real. Es una humilde hipótesis. Los dos únicos grandes momentos de la función son suyos: la explicación con su marido y el final. Viva Castro.
P.J.L. Domínguez
          

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