domingo, 15 de enero de 2017

EMILIA

SI ESTÁ BUSCANDO LA EMILIA QUE DIRIGIÓ CLAUDIO TOLCACHIR, EL ENLACE CORRECTO ES ÉSTE

Sala: Teatro del Barrio Autoras: Noelia Adánez y Anna R. Costa Directora: Anna R. Costa Intérprete: Pilar Gómez Duración: 1.00'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no esté en cartel)

Foto de David Conde para eldiario.es
Lamento, sobre todo por la estupenda actriz, ser otra vez el pitufo gruñón que desentona en el universal coro de parabienes, pero esto es una cosita de muy poco vuelo. Adivina, adivinanza. ¿Cuál es el primer riesgo con los personajes históricos? Acertó: el didactismo. 

El texto nos cuenta quién era la Pardo Bazán intentando dejar bien claro su relieve, concretamente en lo que atañe a lo que se llamó liberación de la mujer y ahora llamamos igualdad de género. Todo me parece muy bien, pero ese objetivo es el propio de un ensayo, el teatro es otra cosa. Es arriesgadísimo soltar este tipo de afirmación, porque en seguida llega alguien que coge el rábano por las hojas y exclama "¡Cómo que en el teatro no se puede defender la igualdad!". Claro que se puede. Miren el monólogo del mercader de Venecia ("¿Acaso si...?"). Pero en el teatro tiene que haber además otra cosa. Y fíjense que el catálogo de cosas que puede haber es tan amplio como la inventiva de los creadores: belleza visual, altura literaria, peripecia, hondura emocional del personaje... A veces, hacemos bingo y aparece todo a la vez, y ya es para morirse (Incendios, pongamos por caso). Aquí no hay nada de eso, sólo una explicación un peldañito por encima de una clase de bachillerato. Datos, de eso todo lo que quieran, -incluidos el detalle de la cantidad de obras escritas en cada género o el rosario de amigos y enemigos literatos- pero poca o ninguna explicación de los recovecos del espíritu, de las motivaciones profundas, ni para esto (la ambicionada gloria literaria) ni para aquello (la pasión por Pérez Galdós). Nada que ustedes o yo no podamos encontrar tras documentarnos un poco.

No sabría decir si la causa de la igualdad fue mejor defendida por La situación de la clase obrera en Inglaterra o por Germinal. Lo que es evidente es que Zola sabía que no estaba escribiendo un ensayo. 

[Esta última frase da para una interesante desviación, ya que no puede añadirse -como la simetría parece demandar- que Engels supiera que no estaba haciendo literatura. Hasta el más árido de los tratados de trigonometría puede ser juzgado desde el punto de vista del estilo y, por cierto, no son pocos los que que encuentran fruición estética en las muestras más insospechadas de literatura gris: prospectos de medicinas, envoltorios de alimentos o prólogos a tochos técnicos de cualquier tipo. Pero volvamos a la corriente principal, que ya me han pillado ustedes por dónde voy]

Igual que Zola no hizo de Germinal un ensayo, no se escribe una pieza de teatro para enseñar tal o cual cosa. Ése es el teatro de Moratín, y así le va al pobre. El teatro, como cualquier forma de arte, busca otras cosas, bien difíciles de explicar con palabras. Se convierte en medio privilegiado para enseñar precisamente cuando las alcanza. Ya saben, docere delectando. 

Idéntica falta de imaginación en la dirección. Todo es de dos más dos cuatro. Ahora dirígete a los señores académicos, ahora a tu marido. Ahora siéntate, ahora levántate. Hay UN momento de teatro, cuando la escritora relata el homenaje recibido en Valencia. Entra un efecto de sonido -música de banda, pirotecnia- el texto eleva unos centímetros la intensidad de la evocación, la interpretación tiene un poco más de espacio para ponerse de puntillas y mirar más lejos. Fin. Me temo que Emilia Pardo Bazán quedó mucho mejor reivindicada en algo cuya combatividad no era explícita, sino implícita, como Insolación

Pilar Gómez, ya lo he dicho más arriba, estupenda. Sin dirigir, pero estupenda.
* * *
Pos scriptum: Sólo conocemos por comparación, de ahí que las comparaciones sean odiosas, pero insoslayables. Terminé lo anterior con una, y hoy me ha ocurrido algo que me obliga a otra. Uno ve tantas cosas infumables que, al final, encuentra su encanto a lo mediocre. Me pasó el viernes con Lavar, marcar y enterrar, de la que JM salió bufando mientras yo decía "bueeeno, tampoco está tan mal...". Hoy he visto Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión y, tras comprobar lo que puede hacerse con un personaje histórico, me he puesto a bufar retrospectivamente respecto a esta Emilia. Definitivamente mediocre.
P.J.L. Domínguez

          

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