EL NEPERIANO

Allá por mis tiempos de universitario, un profesor que ocultaba el carácter zumbón bajo un aspecto estirado y seco, sacó a la pizarra a uno de mis condiscípulos, no el más popular, precisamente. Le pidió que desarrollara una demostración matemática que, se suponía, teníamos que sabernos de memoria. El alumno se puso a escribir fórmulas como un auténtico poseso hasta llenar completamente una superficie enorme, mientras el profesor, a su espalda, movía los labios sin emitir voz, diciendo al resto "no copien". Con un exquisito sadismo, cuando el esforzado amo de la tiza dio por terminado el trabajo, lo miró fijamente y le dijo "le falta a usted el neperiano". Aquí es preciso decir que "el neperiano" es un tipo de logaritmo que se llama "logaritmo neperiano". Mi compañero pasó un mal rato mortal, repasando de arriba abajo aquella maraña de garabatos con la vista perdida, mientras se exprimía el cerebro para intentar entender aquella frase enigmática, hasta que se rindió. "No le entiendo", dijo con un hilo de voz. A lo que el profesor, implacable, replicó: "Bueno, dado que ha amontonado sin orden ni concierto, todos los símbolos matemáticos que conoce, le hago notar que no ha puesto ningún neperiano".

En la jerga de este crítico, "le falta el neperiano" es una expresión que hace referencia al amontonamiento injustificado de elementos heterogéneos.

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