LOS MISERABLES

Les decía en la crítica de Los miserables de Paloma Mejía, que me parecía un acierto abrir la función con los que creo que son los párrafos nucleares de la novela. Por si no la han leído y tienen alguna curiosidad, se los traduzco completos. 

Jean Valjean ha pasado diecinueve años cumpliendo trabajos forzados por haber robado un pan, primero, y haber intentado evadirse, después. Esto es lo que Hugo imagina que Valjean llega a pensar sobre sí mismo durante el cautiverio (conservo la puntuación original en francés, que es un poco abrupta):

   Se constituyó en tribunal.
   Comenzó por juzgarse a sí mismo.
 Reconoció que no era un inocente injustamente castigado. Se confesó que había cometido una acción extrema y condenable; que quizá no se le hubiera rehusado ese pan si lo hubiera pedido; que en todo caso hubiera valido más esperarlo, sea de la piedad, sea del trabajo; que desde luego no es un motivo sin réplica el que pregunta: ¿se puede esperar cuando se tiene hambre? que de entrada es muy raro que alguien muera literalmente de hambre; después que, por suerte o por desgracia, el hombre está hecho de tal manera que puede sufrir mucho y durante mucho tiempo, moral y físicamente, sin morir; que hacía falta, por tanto, paciencia; que eso valía incluso para aquellos pobres pequeños [sus sobrinos hambrientos, para los que roba el pan]; que era un acto de locura, suya, de un hombre desgraciado y débil, agarrar violentamente por el pescuezo a la sociedad toda entera y figurarse que se sale de la miseria por el robo; que era, en cualquier caso, una mala puerta para salir de la miseria aquélla por la que se entra en la infamia; en fin, que se había equivocado.
  Después se preguntó:
  Si era el único que se había equivocado en su fatal historia. Si de entrada no era una cosa grave que, él, trabajador, se hubiera encontrado sin trabajo, él, laborioso, se hubiera encontrado sin pan. Si, después, cometida y confesada la falta, el castigo no había sido feroz y excesivo. Si no había más abuso por parte de la ley en la pena, del que había habido por parte del culpable en la falta. Si no había un exceso de peso en uno de los platillos de la balanza, el que soporta la expiación. Si la sobrecarga de la pena no borraba el delito, y no llegaba al resultado de invertir la situación, de reemplazar la falta del delincuente por la falta de la represión, de hacer al culpable víctima y al deudor acreedor, y de poner definitivamente al derecho del lado del mismo que lo había violado. Si esta pena, complicada por los agravamientos sucesivos por las tentativas de evasión, no terminaba por ser una especie de atentado del más fuerte sobre el más débil, un crimen de la sociedad sobre el individuo, un crimen que volvía a empezar todos los días, un crimen que duraba diecinueve años.

¿Se puede decir más claro? Espero que quede algo de la prosa original en mi apresurada traducción.




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